17 enero 2007

Deshechos inesperados

Primero fué Marta, un día de lluvia
el tacón de su sandalia se deshacía en un charco
y goterones verdes manchaban sus rodillas
chorreando desleidos de su falda de gasa.
En pocos minutos, la lluvia era intensa,
Marta se desdibujaba formando una bruma con el fondo.

Un viento frío y seco descascarillaba ante mis ojos
la primera capa de cal de una señora.
Quedaba a la vista la aspereza cruda del cemento
ella se tapaba el rotro impreciso con unas manos
que a trozos, dejaban ver lo que olcutaban.

Salió el sol con fuerza, a mi derecha una pompa
densa y marrón calló al suelo.
La manga de la camisa le supuraba pintura plástica,
la suela de los zapatos se fundía en el asfalto.
Al moverse se desgarraba el pantalón a media pierna.

Duraba la agonía de colores fundidos, filtrandose
en un suelo negro, indiferente.

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