Ana lleva en su rostro la cicatriz, y el silencio.
En sus presos bolsillos acarrea el vacío arrebatador
de los cadáveres.
Ilusión de lo que fueron sus manos, si lo fueron.
Ahogado grito, lacerante mutismo.
Transporta una mueca, una sonrisa clavada a dentelladas,
o arañazos.
Ana no sabe más vivir, no lo comprende.
No hay comentarios:
Publicar un comentario