17 enero 2007

Nada

Ana lleva en su rostro la cicatriz, y el silencio.
En sus presos bolsillos acarrea el vacío arrebatador
de los cadáveres.
Ilusión de lo que fueron sus manos, si lo fueron.
Ahogado grito, lacerante mutismo.
Transporta una mueca, una sonrisa clavada a dentelladas,
o arañazos.

Ana no sabe más vivir, no lo comprende.

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