12 agosto 2007

Segunda despedida...

Agustín;

Este viaje ha resultado ser completamente distinto a lo que cualquiera de nosotros pudiera imaginar, y no sabes lo que siento que hayas estado pasando esto con lo que ya tenías de allí.

Supongo que te darías cuenta, pero al principio de venir aquí creí que estabas tonteando con Laura. No sé si de haber sabido lo de tu hermano me hubiera puesto compasiva y no hubieras podido olvidar aquello que te preocupaba, quizás si. Pero tampoco te habría excluido de mi vida de la manera en que lo hice previendo que ibas a irte con Laura o algo así.

No tienes que disculpar la cobardía porque yo misma después de todo, no supe decirte los motivos de aquel exabrupto que te solté al principio de nuestra venida a Fionavar. Tampoco he sido lo suficientemente valiente como para decírtelo después cuando se hizo obvio que tus motivos eran otros. Así que ya ves… Parece que después de todo ni tu ni yo tenemos mucho de lo que enorgullecernos a ese respecto, pero se puede arreglar… Si vuelves vivo.

Ya he llorado una vez tu muerte Agustín, no sería lo mismo mi vida si tuviera que hacerlo de nuevo, ver tus ropas vomitadas por ese árbol gigante.

Cuando estuviste en el árbol fuimos a por ti (o más bien arrastré al grupo) y encontramos tus ropas ensangrentadas y el tronco grimoso como de pulpa humana que parecía haberte absorbido. Nos atacaron y tuvimos que salir de allí sin que me hubiera podido despedir de ti.

Entonces fue el funeral de Ailliel, Luís en un intento por aplacar mi dolor llevó tus ropas a la pira funeraria y te dio el entierro de un rey. Yo escuchaba las palabras de Gorlaes desde el balcón, y solo tenía en mi cabeza que no había nadie diciendo esas palabras en frente de tus restos. Así que volví al árbol… Cuando notaron mi falta vinieron a por mí pero era tarde, unos svar alfar volvieron a atacarnos, aunque no consiguieron impedirme llegar a tu cadáver tendido fuera del árbol. La urgencia de la batalla y la presencia del resto del grupo junto con Loren volvieron a privarte de la despedida que había ido a hacerte por segunda vez.

Esta, como la vez anterior, respeto (ya que no queda otro remedio) tu decisión suicida. Pero no voy a dejar que te vayas sin haberte escrito al menos lo que te echaré de menos. En el tiempo que estuviste muerto me arrepentí tantísimo de no haber sido sincera contigo que pensé que jamás podría perdonármelo. Suena hipócrita que cuando Dana te devolviera a la vida no te dijera nada, pero las cosas se han sucedido con una intensidad tan terrible que no ha habido ocasión en la que hablar tranquilamente de mis sensaciones… Y las que hubo, las desaproveché con el pensamiento vago y tranquilo de el que piensa que aun no le ha llegado la hora.

Me has enseñado por segunda vez aquello que un día tomé por una bonita enseñanza de antiguos guerreros sudamericanos: “Hoy es un buen día para morir”. De forma que hoy sea un buen día para dejarlo todo listo, para no esperar tener tiempo mañana para decirte que fue maravilloso el tiempo que pasamos juntos. Que era un encanto encontrarte en Madrid de vez en cuando, y que en un principio esperaba que nuestra estancia en Fionavar pudiera asemejarse a unas vacaciones en que el mañana pudiera prolongarse sin la idea de una vuelta precipitada a Valencia.

Ahora puede que esto no tengo sentido, en cuanto a que tu no llegues a leer esta carta nunca. Pero si vuelves, si vuelves con o sin respuestas de los Dioses, sería fantástico que consiguiéramos tratarnos como nos hemos tratado por carta, libres, sin tapujos, dándonos esa seguridad que (al menos para mí) es tan difícil de encontrar en este mundo y bajo estas circunstancias. Ni tu ni yo fuimos entrenados para ser la vidente de Brennin ni el Señor del Árbol del Verano.

Y precisamente tú has sido el único que comprendió y aceptó del modo en que yo lo hice los acontecimientos en torno al hijo de Laura.

Para mí Kelidin es una nueva esperanza, y si no vuelves mantendré viva esa esperanza en tu memoria, y en la de tu hermano, alguien que dio su vida por nosotros sin conocernos.

Ojalá volvieras Agustín, te echo de menos y necesitaría que me acompañaras en estos días, te he querido siempre y no querría perderte otra vez.

Iré a buscarte al árbol, espero que Mörnir te devuelva entero, sino no entendería qué Dios está de nuestra parte…

Te espero,


Marta

1 comentario:

Unknown dijo...

Con cosas como esta, deberia ser un gustazo jugar esa partida...