Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevare el blanco día;
i podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso lisongera:
mas no de essotra parte en la rivera
dejará la memoria, en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
i perder el respeto a lei severa.
Alma, a quien todo un dios prissión ha sido,
venas, que humor a tanto fuego han dado,
medulas, que han gloriosamente ardido;
su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
Francisco Quevedo
----------------------------------------
Recién rescatada una de las primeras poesías que me turbaron profundamente, y de la cual tengo impregnado el recuerdo en tantas ocasiones...
Pueden verse más cosas aquí
27 diciembre 2007
Amor constante más allá de la muerte
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario