El escardillo está repleto
de algas secas enredadas.
De sal, de sudor, de sueños
deshechos.
El viento no pasa
entre sus puas
y los gusanos crecen
en mi cabeza mohosa.
Con mis manos de árbol
arranco los últimos restos de playa
que quedan en el peine.
Y me cepillo con savia nueva
hoy al menos.
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