05 septiembre 2012

Mein Heimat

Hace un par de años que me presentaron por primera vez esa palabra Heimat en una clase de alemán en Granada. Hablamos sobre ella e hicimos muchos juegos. Llegué a la conclusión de que en muchas ocasiones se traduce erróneamente como patria, pero aquel día con las explicaciones nos llegó que el Heimat podía ser un sabor, o un olor, o un tacto determinado. Una persona, una manta... Algo que te haga estar "como en casa" (meiner Meinung nach)

El caso es que me ha hecho falta estar fuera de casa, y con mucha morriña para encontrar algo (porque me reservo la oportunidad de seguir encontrando cosas) que definitivamente es el olor de mi Heimat, y es señoras y señores el olor de la cebolla friéndose en aceite de oliva. De verdad de la buena. El color y el sabor son maravillosos, pero ese olor que pasa de picante a dulce que sube con el vapor sudoroso mezclado con aceite y anticipa un plato cañí... mmmh me devuelve a mí la color, la sonrisa y las ganas de cantarme una coplilla por poner un ejemplo. 

Una vez le escuché a una amiga poeta, refiriendo sobre la sabiduría popular el dicho "Se fríe la cebolla hasta que pierda el orgullo" pues con la pérdida del orgullo la cebolla en mi sarten, pierdo yo una mijita de la pena de ser una extranjera y me vuelvo al calor, al sol y a la tierra donde vive mi mare, y la gente se quiere y se da besos.



¡Un ole por esa cebolla que todo lo cura! 

No en vano se alimentaba de ella el niño del poeta...


*Por cierto que la imagen no es mía, sino que está sacada de aquí

4 comentarios:

Blanquita de los Bosques dijo...

La cebolla da la felicidad, sin duda!!!
Me alegra saber que algo tan fácil de encontrar te recuerda a nosotros, asi nos veras siempre mas cerca!

Iris dijo...

Y además rima con... nariz!
Si es que lo tiene todo!!! :****

Sara dijo...

Una vez un amigo dijo que si el paraíso olía a algo sería a sofrito de cebolla. Creo que no le falta razón ^^

Blanquita de los Bosques dijo...

Nada como una salsa de cebollita pochada.. ñaammm