Parecía agradable darse cuenta
de que uno estará siempre solo,
de que se "es" solo.
Era algo misterioso y elegante cantado en francés.
Pero esta tarde silenciosa
de papeles y bolígrafos
el eco grave y melancólico de mi soledad
no me acompaña.
Se aleja conmigo, -con una parte de mí al menos-
a donde ya ni siquiera mi soledad me necesita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario