No dejes nunca de confiar en las personas
No dejes nunca de desconfiar de las instituciones
Jorge Riechmann
Engroso una lista de excel con ropita de bebe,
y pienso...
que después de todo lo que me han dejado las titas
estaría mejor cambiar los bodys de pluto que compré el jueves
de la talla 0 a la de 3 o 4 meses.
Llamo a mi madre para ver
cómo es mejor lavar esa ropa tan pequeña que parece de mentira
y me la imagino tendida al sol de allí
aladas promesas, casi todas rosas.
Luego miro afuera,
no es Madrid, no es siquiera España
y casualmente ahora no llueve.
Con la ensoñación de los peleles y los bodys blancos
se me mezclan los vídeos de Miguel Ángel Quintero
arrastrado y esposado,
del tío del bar, que no dejó pasar a la policía
del asalto a la estación de Atocha
estuviera quien estuviese dentro.
Tengo en la mesa unos calcetines con un gatito
más cortos que un meñique
y en la pantalla un vacío muy grande
un desasosiego oscuro que no sabe donde asirse
una náusea triste que recoge las porras de los indefensos.
Busco entonces palabras con que explicárselo
a mi barriga que se mueve.
Me acuerdo,
otra vez
de Riechmann.
1 comentario:
Publicar un comentario